16/02/2010

Avatar es fantasía… y real.

El pueblo indígena de los dongria kondh de la India está luchando para
defender su tierra contra una minera empeñada en destruir su montaña
sagrada.

Por favor, ayuda a los dongria.

Nosotros hemos visto su película. Ahora, vea la nuestra: www.survival.es/lamina

Es el anuncio con el que la organización Survival solicita a Cameron,
el aclamado director de la película Avatar, que ayude al pueblo
indígena de los dongria kondh de Orissa (India), cuya historia es
asombrosamente similar a la de los na'vi de Avatar.

La actividad minera es fundamental para el desarrollo. Nadie lo duda.
Nos provee de los minerales y la energía que necesitamos. Pero una
actividad salvaje e indiscriminada, sin tener en cuenta la población
local ni el entorno, sin realizar una valoración económica y
medioambiental justa sobre las consecuencias futuras para los
habitantes de los parajes que la sufren, no debería ser éticamente
admisible.

La próxima tragedia…

En el caso de los dongria, dentro de unos años su montaña sagrada
habrá desaparecido. Tiene la desgracia de estar compuesta de bauxita,
el mineral con el que se fabrica el aluminio. Cuando la empresa
abandone el lugar, la población local ya no podrá vivir de los frutos
y la exuberante vegetación que muestra el documental. No quedarán
bosques ni plantas que sirvan de sustento. El agua y el subsuelo
seguirán contaminados durante largo tiempo. Una vez la mina se
clausure, a sus habitantes les quedarán, como en tantos otros lugares,
dos alternativas: la emigración o la pobreza. ¿Habrá merecido la pena?

… de la que todos seremos culpables.

¿De quién es la culpa? Suya y mía. Si usted estuviese en condiciones
de no utilizar el aluminio proveniente de esa mina a cambio de
calderilla, aunque sólo fuese por limpiar su conciencia, ¿lo pagaría?

Imagine, señor consumidor, que pudiese saber si el aluminio del avión
que va a coger mañana ha sido fabricado con bauxita proveniente de la
montaña sagrada de los dongria. Y que pudiese elegir: coger ese avión,
o pagar diez céntimos de euro más a cambio de poder viajar en
cualquier otro avión fabricado con aluminio proveniente de bauxita
extraída en otra mina que no ha perjudicado a nadie. ¿Cuál tomaría
usted?

Los consumidores solemos adquirir bienes o servicios que no sabemos
cómo se han obtenido o elaborado. Las zapatillas de deporte recién
compradas, ¿han sido fabricadas por trabajadores esclavos? El algodón
de su nueva camiseta anti sistema, ¿proviene de alguna plantación
responsable de la agonía del mar de Aral? ¿No se le atraganta el
sabroso atún rojo que pronto degustará, ya sólo visualmente, en los
libros? ¿Y el cereal regado con agua del desastre ecológico del
Guadiana? Por no hablar de la flamante mesa de madera tropical que ha
sido fabricada con madera de un bosque recién deforestado; o el
ecológico bioetanol recién cosechado en la plantación anterior, una
vez reconvertida a su nuevo uso, para redondear el negocio.

Finalmente, y de esto sí que somos todos culpables solidarios, ¿qué
decir de los millones de muertos causados en el Congo por el
indispensable coltán que necesita ese nuevo apéndice, llamado móvil,
que le ha crecido al homo cada vez menos sapiens? Muertos cuya
responsabilidad compartimos todos los que alguna vez utilizamos el ya
sempiterno chisme.

¿Le gustaría saberlo? ¿Estaría usted dispuesto a pagar un poco más -en
un mercado perfecto y libre o ni siquiera eso- a cambio de estar
seguro de que el bien recién adquirido ha sido elaborado sin haber
causado ningún mal a nadie?

La trazabilidad podría ayudar…

La trazabilidad es una herramienta existente y profusamente utilizada
por industrias muy diversas, desde la alimentaria a la petrolífera.
Herramienta que podría ayudar a eliminar la competencia desleal. La
mayoría de las industrias deslocalizadas lo han sido para reducir el
coste de la mano de obra. Pero nos olvidamos que otras muchas lo han
hecho con el fin de eludir las restricciones impuestas por los países
desarrollados en sus territorios para, a cambio de incrementar los
beneficios, aumentar la contaminación y el sufrimiento de otros.
Costes contra los que las empresas responsables no pueden competir.

…a eliminar las barreras invisibles al libre comercio…

En una economía de mercado el que paga manda. O eso nos han hecho
creer. Desgraciadamente, no suele ser así. Sólo existirá libertad
cuando el consumidor tenga la suficiente información que le permita
tomar "su" mejor decisión de compra. ¿Cómo conseguir un comercio
libre? Eliminando, mediante la información, las barreras invisibles
que hoy lo distorsionan. Obligando a realizar auditorías obligatorias,
a lo largo de toda la cadena de valor, de todo producto o servicio.
Auditorías que certifiquen el cumplimiento de unos determinados
protocolos y códigos éticos -de cajón- internacionales. Y, si eso no
fuese posible, la Unión Europea debería implantarlos unilateralmente.

El objetivo es informar al consumidor de aquellas actividades que no
cumplan unos criterios humanos y medioambientales mínimos. Unos
principios que se rijan, por ejemplo, con la Declaración Universal de
Derechos Humanos de 1948. Prohibiendo la importación a todos los que,
de una manera flagrante, estuviesen causando dolor o miseria. No se
trata de ninguna limitación al comercio internacional. Tan sólo de
promover un comercio libre y justo. Un comercio que no sólo no haga
daño a nadie, sino que permita llevar riqueza a "los otros". A todos
los que sufren por culpa de la estúpida orgía consumista que nos
acabará devorando.

Es exigir una trazabilidad obligatoria con objetivos éticos y
medioambientales. Certificada por empresas u organismos solventes. Que
sea publicable, preferentemente, en Internet. Pero también en el
etiquetado. Con el fin de que cualquier consumidor pueda, antes de
decidir la compra de un producto o servicio, conocer su coste
energético y ecológico. Pero también para saber si durante el proceso
de obtención y elaboración ha perjudicado, de manera evidente, a
alguna población, colectivo o ecosistema. Para que de esa manera el
consumidor pueda comparar con los productos de la competencia y
decidir en consecuencia. Comparar con aquellas empresas que hicieron
su trabajo de una forma honesta.

Son medidas que, entre otras cosas, evitarían la deslocalización de
empresas por motivos medioambientales. Exigiendo unos niveles mínimos
a todos que impidieran un dumping por motivos ecológicos o éticos,
independientemente de su procedencia. Medidas que necesitarían la
existencia de una auténtica Organización Mundial del Comercio capaz de
regularlo.

… ya que la libertad de mercado exige información.

La libertad de mercado jamás existirá si no construimos un capitalismo
más humano. Eso significa que el consumidor pueda estar en condiciones
de conocer, y por lo tanto de decidir, de acuerdo con su propia
sensibilidad, educación y principios. Es la diferenciación empresarial
mediante la ética. Una responsabilidad social corporativa de verdad.
Algo de lo que todos presumen pero que pocos aplican. Haciendo un buen
uso de la sociedad de la información. Que pueda servir para algo más
que tener vigilados y controlados a los ciudadanos. Una gran
oportunidad de negocio y una fuente de conocimiento. Y un futuro nicho
de empleo altamente cualificado.

Disfrute del documental. Aunque le importe un pimiento cómo estamos
dejando el planeta y las injusticias que a diario provocamos los
habitantes de los países ricos, relájese un rato viendo la belleza de
unas imágenes que, de momento, son reales. Imágenes que por nuestra
culpa pronto serán historia. Son tan sólo diez minutos bien
aprovechados para más de una vida inconsciente e insulsa. ¿Merece la
pena esa tragedia que viene? ¿Tenemos derecho a provocarla? Si pudiese
usted escoger, ¿lo permitiría?

Es Avatar, perdón, la India. La traza o la vida.

04/02/2010

Carretera Isaba-Francia (o como se diga ahora...)

Ante las últimas manifestaciones dadas por el alcalde de Isaba y el presidente del Gobierno de Navarra por el cierre de la carretera Isaba-Francia:
El primero manifiesta que la obra es genial, que el cierre es propio de todas las carreteras pirenaicas cuando se dan estas circunstancias meteorológicas, y que lo único que hace falta son unas viseras o túneles en ciertos puntos. Ante esto decir que en ninguna carretera pirenaica de Navarra, excepto en estos 16 kilómetros, se han invertido 10 millones de euros.
Que ha habido una serie de alegaciones al Plan del Pirineo demandando mejoras en las comunicaciones entre valle, y sin embargo no se han tenido en cuenta y se ha destinado el dinero a este tramo.
Que a pesar de haber estado la carretera cerrada durante dos veranos, no se han puesto las viseras, que posiblemente sería lo único que se debería haber hecho, ahorrando el resto de la obra.
Que lo fácil es decir que la culpa de todo es de sus amigos del Gobierno de Navarra, y no asumir la propia responsabilidad en que se hayan invertido aproximadamente 20 millones de euros en el puerto de Belagua
(entre el centro de esquí y la carretera) para que, lejos de atraer mas visitantes, vengan menos y no se genere absolutamente nada...
¿Podemos hablar de malversación de fondos cuando vendían que esto iba a generar vete a saber qué, y no son capaces de que con una nevada de nada no se pueda acceder muchos fines de semana? Porque no es que no se haya podido acceder éste que había campeonatos y ha trascendido, es que se repite muchas veces y la culpa me consta que no es de los trabajadores de los quitanieves.
El segundo manifiesta que prefiere que se le achaque mala gestión por no abrir la carretera a que lo hagan por haber muertos por aludes.
Debo decir que yo también lo preferiría. Luego que, según me comenta gente que ha trabajado durante años en este tramo, no conocen que haya habido aludes, excepto en un punto y una vez en muchos años.
Que chicos de mi generación estuvimos años esquiando en la falda de Lakora, lugar donde quieren poner no sé cuántas barreras antialudes, y no creo que nuestros padres nos quisieran mal.
En definitiva, se ha metido mucho dinero, se está haciendo el ridículo, aquí no asume nadie responsabilidades, y los que vivimos y trabajamos aquí, lejos de ver cómo mejoran los servicios, vemos que se acometen inversiones que no llevan a nada, por lo menos para los que vivimos aquí.
Diego Bueno De Miguel en Diario de Noticias.