20/06/2012

Un retal de nuestra historia

Hace unas semanas, el historiador local Félix Cariñanos, realizó una exposición sobre las ruinas de San Pedro. Entre los documentos allí expuestos, apareció un artículo de prensa que, además de contar uno de los muchos “usos” que se ha dado a San Pedro, también forma parte de nuestra historia. Amablemente me ha entregado una copia.


San Pedro fue nuestro particular rocódromo urbano.

Allí realizamos nuestros primeros cursos de escalada, nuestros primeros rápeles, ascensiones con jumar, prácticas de espeleosocorro, y hasta aprendimos como trabajan los clavos de roca, y los fisureros (para nosotros no existían aún los friends) colocándolos en las juntas de los históricos sillares de la torre. También nos tocó hacer uso de nuestros conocimientos para desbrozar la muralla, y hasta talar un árbol que había en plena pared junto a la tahona, ¡y que ha vuelto a resurgir!

Llegamos a ennegrecer la piedra con las suelas de nuestros pies de gato, que ya la lluvia se ha encargado de lavar, y utilizamos las nervaduras de las columnas góticas para ascender por ellas usando técnica “bavaresa”. ¡Que falta de respeto! (Hoy colocan spits perforando la roca para colgar una banderola publicitaria de autopromoción de la obra)

Un 6 de octubre del 1986 celebramos junto a Josema Casimiro y Mari Ábrego la ascensión que realizaron tres meses atrás, el 23 de junio, que supuso la primera nacional al K2 y la única en estilo alpino. Se realizaron diversos actos (ver el articulo de prensa adjunto) y finalizamos en el tentadero de Cuevas, con un rancho y una antológica tienta de vaquillas, donde alpinismo y torreo se unieron, y descubrimos las habilidades taurinas de alguno de nuestros compañeros mas notables. ¡Lo que hizo el patxarán!