02/10/2012

GR 65: Camino de Santiago; Mucho mito y pocas verdades.


Cuesta encontrar en la historia de España un falso mito más repetido y evidente que el de la tumba de Santiago el Mayor, ese apóstol que se sabe que murió en Jerusalén y que dicen que está enterrado en Galicia. Alrededor de tan obvio disparate se ha construido, durante siglos, toda una serie de artificiales evidencias destinadas a probar una leyenda que sólo se sostiene, y con dificultad, desde el punto de vista místico; desde la óptica de los milagros. Hace ya tiempo que no queda historiador que aún defienda que los huesos que descansan en la catedral de Santiago de Compostela son los del apóstol Santiago. "Pese a todos los esfuerzos de la erudición de ayer y de hoy, no es posible alegar en favor de la presencia de Santiago en España y de su traslado a ella una sola noticia remota, clara y autorizada", escribió en 1971 Claudio Sánchez-Albornoz. "Todo hombre moderno, dotado de espíritu crítico, no puede admitir, por católico que sea, que el cuerpo de Santiago el Mayor repose en Compostela", sentenció Miguel de Unamuno ya en 1922. Sin embargo, como tantas otras mentiras en esta historia, la falsa tumba del apóstol es de una trascendencia muy real, de una importancia mayúscula. No se entiende ni Castilla ni la Península sin el Camino de Santiago, sin la ruta de peregrinación y los tremendos cambios sociales, económicos y políticos que provoca la fe ciega en la reliquia. Pero antes de analizar sus consecuencias, vayamos primero a la leyenda.

Primer tercio del siglo IX. Según algunos testimonios franceses, interesados en meter en la película a Carlomagno, en el 813. Probablemente algo después, entre el 820 y el 830. Son los primeros años del reino astur, cuando la capital cambia de Covadonga a Oviedo. Castilla ni siquiera existía aún como condado. Un ermitaño cristiano de nombre Paio (o Pelayo) dice ver unas extrañas luces, algo así como unas estrellas fugaces, sobre un monte deshabitado. El tal Paio convence a otro tal Teodomiro, obispo de Iria Flavia, el principal municipio de la zona, para que le acompañe de expedición al misterioso monte iluminado. Allí encuentran una tumba con tres cadáveres, uno de ellos degollado, con la cabeza bajo el brazo. Gracias a la divina señal estelar y a las avanzadas técnicas forenses de la época (siglo IX, insistimos), dan por probado que los muertos son el apóstol san Jacobo –también conocido como san Iago, san Yago, san Diego o san Jaime; o lo que es lo mismo: Santiago– junto a dos de sus discípulos. 

Ante tal descubrimiento, piden al rey Alfonso II el Casto que financie una pequeña iglesia sobre la magna reliquia. Poco ruego necesitaba el monarca asturiano para hacerlo. Por aquellos mismos años, en la catedral de Oviedo se estaba desarrollando el culto a otras reliquias, las de la Cámara Santa, algunas tan espectaculares como la presunta arca donde se guardaron los restos de Jesús y de la Virgen en Jerusalén, y el santo sudario de lino que habría cubierto la cabeza de Jesús tras morir. El rey fue generoso y financió la construcción de la iglesia que le pedían los gallegos, que acabaría convertida en la catedral de Santiago de Compostela, uno de los mayores centros de peregrinación de la cristiandad. En el favor de los peregrinos, pronto se puso muy por delante de la Cámara Santa de la catedral del Salvador de Oviedo. Aunque aún hoy algunos ovetenses dicen, con cierto aire de suficiencia, que quien va a Santiago y no al Salvador visita al siervo y desdeña al señor.

Volviendo al monte iluminado. ¿Qué hace pensar a los dos gallegos, si es que directamente no se lo inventaron, que ese cadáver degollado, un tipo de muerte bastante habitual en aquellos tiempos, corresponde al apóstol fallecido ochocientos años antes y a unos cuatro mil kilómetros de distancia? Otra leyenda. Desde el siglo VI circulaba por Europa el mito de que Santiago había viajado por la Hispania romana trayendo el Evangelio. El origen es una frase en un texto bizantino de dudosa credibilidad histórica, que más tarde recoge otro autor inglés en el 650: "Jacobo, que se interpreta Suplantador, hijo de Zebedeo, hermano de Juan, predicó en España y lugares de Occidente; murió por la espada bajo Herodes y fue sepultado en Acaya Marmárica el 25 de julio". Sin embargo, la noticia de la evangelización hispana de Santiago no llega al lugar de su teórico origen, a la propia Península, hasta un siglo después de la traducción bizantina, hasta el VII, aunque sin dársele demasiada importancia. 

Tras la invasión musulmana, con los cristianos de la Península mucho más necesitados de milagros, la leyenda de los viajes hispanos se hace tan popular que Santiago asciende a la categoría de patrón de Hispania. El título se lo otorga, a finales del siglo VIII, Beato de Liébana, un culto monje del Monasterio de San Martín de Turieno, en el extremo occidental de la actual Cantabria. Pocos años después de ser nombrado patrón, ¡oh, casualidad!, aparece su tumba justo en el pequeño rincón de la Península que controlaban los cristianos. 

Para entonces, los detalles de la evangelización hispana de Santiago ya eran mucho más profusos que esa escueta frase bizantina de la que nace todo el invento. Según una de las versiones, Santiago había desembarcado de su viaje a través del Mediterráneo por Galicia (para acortar, se entiende), después de cruzar las columnas de Hércules y bordear la costa atlántica, llevando la palabra del dios verdadero de norte a sur de la Península. Estudios actuales demuestran que no, que el cristianismo llegó en el siglo II a través de las provincias romanas de África y, además, lo hizo en la dirección inversa: de sur a norte. Galicia, de hecho, fue de las últimas zonas cristianizadas. 

Pero la mayor contradicción con el descubrimiento de Paio y el obispo Teodomiro está en la propia Biblia. Según se narra en el quinto libro del Nuevo Testamento, el titulado como Hechos de los apóstoles –uno de los de mayor consistencia histórica–, Santiago murió en Jerusalén en el año 44. Fue decapitado por orden de Herodes; es uno de los primeros mártires cristianos. Para salvar este pequeño inconveniente, alguien inventa un mito posterior al del descubrimiento de la tumba: que el cadáver fue trasladado tras su muerte. Que Santiago –antes, durante o después de esos viajes por Hispania de los que no se tiene noticia hasta pasado medio milenio de su muerte– hizo varios discípulos en sus viajes. Que dos de esos discípulos estaban con él cuando fue degollado en Jerusalén. Que robaron el cadáver y se lo llevaron, ¡dónde mejor!, de vuelta hasta Galicia. Que lo enterraron en secreto. Que no se sabe muy bien cómo, los dos enterradores también acabaron con sus huesos en la tumba. Que nadie reparó en la reliquia durante ochocientos años de nada.

La leyenda milagrosa, por si no fuese ya un relato lo suficientemente inverosímil, explica también que los discípulos y el santo muerto hicieron el viaje de vuelta en un "barco de piedra", que navegó desde la costa del actual Israel hasta la gallega ría de Arousa guiado por los ángeles. Ese barco de piedra flotante, un mito de origen céltico, engarza con el Acaya Marmárica del que habla el texto bizantino, que en realidad significa que Santiago fue enterrado en Marmárica (una región africana entre Libia y Egipto, que también aparece en la Biblia como el lugar del sepulcro del apóstol), pero que interesadamente se traduce como "arca marmárica": el arca de piedra. Otra versión moderna, medio metro más plausible, dice que esa pétrea embarcación era en realidad un barco que transportaba piedra; aunque no está muy claro qué necesidad había en la ría de Arousa de piedras de Oriente Medio. 

Este barco de piedra y Santiago también están en el origen de otra reliquia cristiana, el pilar de Zaragoza: una pequeña columna sobre la que cuentan que se apareció la Virgen, que aún vivía, para animar al apóstol durante su supuesta gira hispana a la altura de Caesar Augusta (hoy Zaragoza). Y en Muxía, en la gallega Costa da Morte, también visitó la misma Virgen al santo, esta vez a bordo de uno de esos sorprendentes barcos de piedra flotante. Aún se puede visitar allí la supuesta quilla de esa peculiar embarcación, una enorme losa de piedra que dicen que se mueve si el que se sube encima es un ser puro, libre de todo pecado. De momento, que se sepa, no ha vuelto a flotar. 

Sobre tan pétreas evidencias se levanta uno de los principales centros de peregrinación de toda la Edad Media en Europa: una tradición que todavía lleva a decenas de miles de personas cada año hasta Santiago de Compostela. El 15% del PIB de la ciudad depende hoy del turismo que, en gran medida, genera el Camino. Con todo, ese porcentaje es ínfimo si se compara con la riqueza que supuso esta reliquia para la antigua Compostela, una ciudad que, literalmente, se levanta sobre la tumba de Santiago, primero gracias a los generosos donativos que el obispo Teodomiro consigue para su parroquia por su descubrimiento, incluidos los de Alfonso II, y después por el dinero que dejan los peregrinos, que, poco a poco, empiezan a llegar desde toda Europa. Aunque un camino no es sólo su final: también es su recorrido. Para la Castilla medieval, por donde transcurre un amplio trayecto de la ruta de peregrinación desde Europa, el Camino de Santiago es casi la única vía de comunicación con el resto de la cristiandad, el principal dinamizador de su economía, su religión y su cultura, especialmente entre los siglos XI a XIII; la ruta por dónde llegan el arte, las nuevas ideas, las reformas religiosas, los aliados bélicos y por supuesto el comercio, el dinero. Alrededor de la economía que trae la peregrinación se desarrolla también en Castilla la burguesía: mercaderes, cambistas, artesanos… Burgos es, de hecho, una ciudad casi tan hija del camino como la propia Santiago de Compostela.

Pero lo que alimenta el camino no es el dinero, sino la fe. Por eso es irónico que uno de sus grandes impulsores sea, de forma inesperada, un infiel: nada menos que Almanzor, que destruyó la ciudad levantada sobre la tumba del apóstol a mediados del mes de agosto del 997. El dictador musulmán arrasó Santiago de Compostela y se llevó a Córdoba las campanas de la iglesia a lomos de esclavos cristianos. Dicen algunas crónicas que sus caballos entraron en el templo y usaron la pila bautismal como abrevadero. Aunque, según la leyenda, respetó la tumba del apóstol y también a un monje que la guardaba. El principal testimonio sale de un historiador musulmán del siglo XIII, Ibd Idhari, que a su vez resume la narración de otro cronista del siglo X, Ibn Hayran:
"Almanzor, habiendo llegado por estos años al punto más alto de su poderío, socorrido por Dios, como lo estaba, en sus guerras contra los príncipes cristianos, marchó contra la ciudad de Santiago, situada en Galicia, y que era el santuario cristiano más importante, tanto de España como de las regiones colindantes de la Gran Tierra. La iglesia de esta ciudad era para ellos lo que la Kaaba para nosotros; la invocaban en sus juramentos y a ella se dirigían en sus peregrinaciones desde los países más alejados, desde Roma y desde más allá.

La tumba que visitan, según ellos pretenden, es la de Santiago, el cual era entre los doce apóstoles el más íntimo de Jesús, y al que llamaba su hermano porque siempre se encontraba junto a él; ciertos cristianos dicen que era hijo de José el carpintero.
(…) Después de haberlo enteramente arrasado fueron a acampar delante de la orgullosa ciudad de Santiago el miércoles 2 saban [11 de agosto]; todos los habitantes habían huido y los musulmanes se apoderaron de todo cuanto encontraron y demolieron las construcciones, las murallas y la iglesia, de modo que no quedó ni huella de las mismas. Sin embargo, la guardia colocada por Almanzor hizo respetar la tumba del santo e impidieron que sufriera ningún daño, pero todos los hermosos palacios tan sólidamente construidos fueron reducidos a polvo, hasta el punto de que nadie podía sospechar que hubieran existido la víspera.
(…) En Santiago, Almanzor no encontró a nadie más que a un monje sentado junto a la tumba, al que preguntó por qué estaba allí: "Para honrar a Santiago", respondió el monje. El vencedor dio órdenes de que lo dejaran tranquilo".
No se sabe si Almanzor fue tan generoso y aquel monje tan valiente. Tal vez fue el miedo supersticioso del caudillo cordobés, o simplemente una concesión a las tropas cristianas que le acompañaban en aquella aceifa –junto a Almanzor, contra Santiago de Compostela, cabalgaron varios nobles leoneses–. Otra versión de esta historia dice que los huesos se salvaron de un modo bastante menos heroico: porque ese mismo monje, probablemente el obispo Pedro Mezonzo, escondió las reliquias en un valle apartado hasta que el ejército invasor abandonó Galicia. De una manera o de otra, la iglesia y toda la ciudad fue reducida a cenizas, pero de ellas la peregrinación renació aún con más fuerza. 

La humillación que Almanzor inflige sobre toda la cristiandad, de forma consciente y calculada –por eso se lleva a varios cronistas 'empotrados' en la expedición, para que cuenten cómo arrasa aquel sitio sagrado que es "como la Kaaba", pero en cristiano–, provoca como reacción el respaldo del resto de Europa. Ya es una cuestión de fe. Santiago, un patrón de España al que entonces dedicaban menos iglesias que al local San Isidoro de Sevilla, se convierte en el anti Mahoma. Al igual que hacían los musulmanes con el profeta, al que invocaban con alaridos (una palabra de origen árabe), los cristianos responden "¡Santiago y cierra España!", donde cerrar no sólo significa guardar, sino también, según el diccionario de la Academia, "trabar batalla, embestir, acometer". Es un grito de guerra. El mito del Santiago Matamoros llena de moral a las tropas y, según las cuestionables crónicas de la época, se aparece en varias ocasiones, a lomos de un corcel blanco, para ayudar a los cristianos contra el sarraceno infiel. 

Las noticias de la profanación por Almanzor de Santiago de Compostela, el defensor de la cristiandad, con seguridad llegaron a Francia, y es allí, en el monasterio de Cluny, donde el Camino encuentra a su gran aliado. La Orden de Cluny ya es en ese momento la orden monástica más pujante de la cristiandad. Nace de una reforma benedictina revolucionaria para su tiempo: una organización que no permite ni al poder laico ni incluso al propio Papa disponer de sus bienes, que hace del monasterio una organización casi completamente independiente. A su vez, la abadía de Cluny se despliega con muchos otros cenobios por toda Europa que responden a una estructura centralizada, que obedecen a Cluny: al abad de los abades, una persona que sólo responde ante Dios y, en teoría, ante el propio Papa. Pero Cluny no es un rival de la Santa Sede, es más bien un aliado: su principal fuerza contra las cada vez más numerosas herejías y también contra el poder terrenal de los reyes y nobles laicos. 

Si Santiago de Compostela es, salvando las distancias, el mayor destino turístico de Europa en aquellos siglos, Cluny es a su vez el principal touroperador de la época. La orden utiliza sus monasterios para promocionar la peregrinación a Santiago. Era una red inmensa: en el siglo XII llegaron a contarse 2.000 prioratos por toda Europa con más de diez mil monjes, sometidos a la disciplina del abad de Cluny. A cambio, los reyes de Castilla, León y Navarra proporcionan a la orden generosos donativos. En el año 1080, Alfonso VI, en aquel momento casado con la francesa Constanza de Borgoña, nombra abad del Monasterio Real de San Benito, en Sahagún, en medio del Camino, al cluniacense Bernardo de Sedirác, que se ocupa de aplicar la reforma gregoriana y de sustituir en las iglesias castellanas la liturgia hispánica por el rito romano. El monasterio de Sahagún, el cenobio más importante de la época en la Península, el Cluny de León, recibe también del rey Alfonso VI un generoso fuero que otorga a los monjes, entre otras cosas, el monopolio del horno para cocer el pan. Tales privilegios acaban provocando una serie de revueltas de los vecinos de Sahagún contra el monasterio que obligan a modificar el fuero. Es una de las primeras victorias de lo civil sobre lo religioso, del concejo sobre el monasterio; aunque fue una victoria pasajera. A la larga, ganaría una vez más la Iglesia frente a los burgueses, que incluso llegaron a ser excomulgados por las sucesivas revueltas de la villa frente al monasterio.

En el siguiente siglo, en el XII, la peregrinación llega a su momento de máxima expansión con una bula del Papa Calixto II que concede el perdón de todos los pecados, la indulgencia plenaria, a todo aquel peregrino que visite la tumba de Santiago los años jubilares: aquellos en los que el día de Santiago, 25 de julio, cae en domingo. Para Compostela, es un chollo frente a Roma, su gran rival en materia de peregrinaciones (Jerusalén era un destino suicida): mientras que en Roma el jubileo sólo llega cada 25 años, una vez en la vida media de una persona de la época, en Compostela hay jubileo más o menos cada seis calendarios. El Camino se llena de peregrinos y con ellos también llega la primera gran obra pública de los reinos cristianos: los puentes, los hospitales y los caminos; la infraestructura del negocio. 

Uno de los peregrinos es un francés, Aimerico de Picaud, que llega a Santiago de Compostela en el año 1143 y escribe la primera guía del Camino, recopilada en el Códice Calixtino, un manuscrito donde también se recogen todas las leyendas ya resumidas sobre el hallazgo de la tumba y otros milagros y que hoy se conserva en Compostela. Picaud, en su viaje, no deja muy bien parados a los cristianos hispanos de la época, unos pueblos incultos y atrasados bajo los ojos de este religioso francés. Los navarros y vascos "torpemente visten y torpemente comen y beben". "Si los vieres comer, los considerarías perros o cerdos. Si los oyeres hablar, te acordarías de los perros que ladran, pues tienen una lengua de todo punto bárbara". "Navarro o vasco matan, si pueden, por una moneda a un galo". Los castellanos tampoco quedan mejor parados, aunque Picaud los denomina ya en el siglo XII como españoles, en contraposición con los vascos y navarros: "Pasado Montes de Oca, a saber, hacia Burgos, siguen las tierras de los españoles, esto es, Castilla y Campos; esta tierra está llena de riquezas, con oro y plata, feliz, con tejidos y yeguas fortísimas, fértil en pan, vino, carne, pescados, leche y miel; sin embargo, está desolada de árboles y llena de hombres malos y viciosos". Picaud sólo salva a los gallegos: "Las gentes gallegas concuerdan mejor que las demás gentes españolas con las nuestras francesas, por las costumbres cultas; pero se las tiene por iracundas y litigosas en gran manera".

Picaud, es evidente, no quedó muy satisfecho del viaje, tampoco de la gastronomía local: "Si en alguna parte de España y Galicia comiereis el pez que el vulgo llama barbo, o el que los de Poitou llaman alosa, y los italianos clipia, o anguila, o tenca, sin duda moriréis próximamente, o enfermaréis. (…) Todos los pescados y las carnes vacunas de toda España y de Galicia comunican extrañas enfermedades". También se queja Picaud de los cobradores de portazgos, que se aprovechan para timar al peregrino: "Salen al camino a los peregrinos con dos o tres dardos para cobrar por la fuerza los injustos tributos, y si alguno de los transeúntes no quiere dar las monedas a petición de ellos, los hieren con los dardos, y con esto les quitan el censo, afrentándolos, y hasta las calzas los registran".
Como se ve, el Camino de Santiago en este siglo no era como los actuales paseos en bici. Pero a pesar de la mala prensa y de tantas dificultades, la fe en Santiago, animada por Cluny, consigue llenar la ruta durante varios siglos, que dejan innumerables beneficios económicos y culturales a Castilla y a los demás reinos cristianos por donde pasa. El declive llega en el XIV, con la peste negra. Después, el cisma protestante prácticamente acaba con la peregrinación: "No se sabe si allí yace Santiago o bien un perro o un caballo muerto", escribe Lutero, que plantea una duda interesante: si resulta altamente improbable que los huesos encontrados en Galicia pertenezcan al apóstol, entonces, ¿de quién son?
Hay varias hipótesis. Una, muy extendida y que respaldaba, entre otros, Unamuno: que se trata del cadáver de Prisciliano. Al menos este ilustre degollado sí era gallego, oriundo de Iria Flavia para más señas: un importante obispo hispano, el primer cristiano condenado a muerte por herejía. Su legado, el priscilianismo, fue una doctrina cristiana de tanta trascendencia que incluso dos siglos después de muerto su fundador los concilios debatían sobre sí era o no herejía. Prisciliano fue decapitado en Tréveris en el 385 y, según esta teoría, sus discípulos recuperaron después el cadáver para llevarlo de vuelta a su natal Iria Flavia. Es posible que sea cierto: Tréveris no pillaba tan lejos como Jerusalén.
Otra opción es que el muerto dado por santo puede, simplemente, ser cualquiera. La tumba que encontraron Paio y el obispo Teodomiro no era un mausoleo perdido, sino parte de un cementerio de origen céltico y que fue usado por todos los que por allí pasaron: los romanos, los suevos o los visigodos. Una investigación arqueológica, ordenada en 1878 por el cardenal Miguel Payá Rico, encontró, bajo el altar mayor de la catedral, una cripta rectangular, aparentemente un sepulcro romano. Para disgusto del cardenal, la cripta estaba vacía, aunque aseguran que después encontraron los huesos del famoso decapitado y sus dos supuestos discípulos escondidos en una urna detrás del altar mayor, donde se supone que los ocultó a toda prisa otro arzobispo compostelano en 1589, cuando el pirata Francis Drake asaltó la ciudad. Las dudas sobre la autenticidad de esos huesos no desalentaron al cardenal Payá Rico, que consiguió que el Papa León XIII decretase una bula en 1884 dando por auténticas las reliquias.

Pese a todo, la peregrinación no volvió a renacer con fuerza hasta finales del siglo XX, cuando otro milagro llegó a Galicia: el modelo autonómico español. Fue la Xunta de Galicia quien relanzó el Camino. En 1970 apenas hay registrados 68 peregrinos. En el 71, año jacobeo, fueron 451. En 1982, otro año de indulgencia plena, ya fueron 1.868 y durante la década de los noventa el número de peregrinos se dispara hasta alcanzar en el jacobeo de 1999 los 154.613. El Camino, además de una tradición religiosa, es también un incentivo turístico que, como vende la Xunta en su web promocional, "hoy se ha convertido, gracias a sus elementos culturales y paisajísticos, en una ruta de contacto entre diferentes gentes y culturas". Ya no es sólo una peregrinación religiosa; y lo de menos, a estas alturas del cuento, es la verdadera identidad de esos huesos que tanta huella han dejado en la historia.

04/08/2012

Revisión de las cuerdas de escalada y espeleología

He encontrado un articulo en el blog del grupo Tritón que me ha parecido muy interesante, y que aquellos que tengáis cuerdas debéis leer.

Está aquí: http://www.grupotriton.org/web/contenidos/Articulos/Resistencia%20Cuerdas/REsistencia_cuerdas.htm

Estos son algunos de los párrafos que destaco como más interesantes...

Las cuerdas hay que retirarlas como máximo tras 6 ó 7 años de utilización aunque se usen esporádicamente y tengan buen aspecto. No es recomendable almacenar cuerdas durante más de tres o cuatro años antes de hacerlas servir por primera vez. Una cuerda con más de 10 años de antigüedad desde su fecha de fabricación debe ser retirada aunque tenga buen aspecto. Hay que realizar al menos una inspección anual de este tipo de materiales. Y además de valorar el estado general visualmente y por tacto , hay que comprobar la antigüedad de la cuerda.

Hay un método muy sencillo para comprobar la antigüedad de una cuerda si no se dispone del historial de la misma: Se corta un trocito de unos cuantos centímetros y se mira si tiene cinta de marcaje interior. Si no tienen cinta de marcaje hay que retirarla inmediatamente, porque quiere decir que la cuerda es anterior a la aparición de la normativa, y por lo tanto tienen más de 10 años. Si tiene cinta de marcaje en ella pondrá escrito el año de fabricación. Se suele repetir cada 20 centímetros aunque la norma obliga a por lo menos una repetición del año de fabricación por metro. También hay algunos fabricantes que tienen un código de colores para la cinta que se repite cada 10 años, así simplemente con mirar el color de la cinta en la punta de la cuerda se puede llegar a saber el año sin necesidad de cortarla.

Varios sistemas sencillos para valorar la degradación de las cuerdas son:
-Si la cuerda está muy rígida e hinchada: mala señal.
-Sobre la cuerda limpia y seca raspar con la uña la funda. Si se desprende un polvillo blanco es mala señal.
-Cortar un trocito de la punta de la cuerda (10cm) con un cúter afilado, separar la funda del alma. Coger la funda, estirar de los cabos que componen la funda deslizándolos entre una uña y un dedo. Si se desprenden capilares cortitos de 3 ó 4 mm de longitud es mala señal.
-Del mismo trozo anterior de las fibras que componen el alma, si podemos estirando con los dedos, romper con facilidad los capilares es mala señal.

Vida útil de una cuerda semiestática según BEAL
Vida útil = tiempo de almacenamiento antes de la primera utilización + tiempo de utilización.
• La vida útil depende de la frecuencia y de la forma de utilización.
• Los esfuerzos mecánicos, los rozamientos, los rayos UV y la humedad degradan poco a poco las propiedades de la cuerda.
• Debemos subrayar que, con el uso, la longitud de la cuerda puede disminuir hasta un 10% a costa de aumentar su diámetro.
• Tiempo de almacenamiento: en buenas condiciones de almacenamiento, este producto puede guardarse durante 5 años antes de utilizarse por primera vez sin afectar a su futuro tiempo de utilización.

Tiempo de utilización:
- Utilización diaria e intensiva: 6 meses.
- Utilización cotidiana y de intensidad media : 1 año.
- Utilización semanal e intensiva: 1 año.
-Utilización semanal y de intensidad media: 2 años.
- Utilización diaria por períodos y de intensidad media: 3 años.
- Algunas utilizaciones durante el año de intensidad media: 5 años.
- Utilización muy ocasional de poca intensidad: 10 años.

Atención: se trata de tiempos de utilización indicativos. Una cuerda puede ser destruida en su primera utilización. Es el control el que determina si el producto debe darse de baja antes. Un almacenamiento apropiado entre utilizaciones es esencial. El tiempo de utilización nunca debe superar los 10 años. La vida útil (almacenamiento antes de utilización + vida de utilización) está limitada a 15 años.

La cuerda tiene que darse de baja lo antes posible:
- Si ha detenido una caída.
- Si al inspeccionarla, el alma está dañada.
- Si la funda está muy gastada.
- Si ha estado en contacto con productos químicos peligrosos.
- Si hay cualquier duda sobre su seguridad.
-Vida útil de una cuerda semiestática según Cuerdas Roca 
- De 1 a 12 meses bajo uso intenso (profesionales de los trabajos verticales y rescates, expediciones en alta montaña o cuevas).
- De 2 a 3 años con uso moderado u ocasional (aficionados a la espeleología, equipadores de escalada deportiva).
No emplee cuerdas con más de 10 años aunque su aspecto
exterior sea muy bueno o apenas se haya utilizado.




20/06/2012

Un retal de nuestra historia

Hace unas semanas, el historiador local Félix Cariñanos, realizó una exposición sobre las ruinas de San Pedro. Entre los documentos allí expuestos, apareció un artículo de prensa que, además de contar uno de los muchos “usos” que se ha dado a San Pedro, también forma parte de nuestra historia. Amablemente me ha entregado una copia.


San Pedro fue nuestro particular rocódromo urbano.

Allí realizamos nuestros primeros cursos de escalada, nuestros primeros rápeles, ascensiones con jumar, prácticas de espeleosocorro, y hasta aprendimos como trabajan los clavos de roca, y los fisureros (para nosotros no existían aún los friends) colocándolos en las juntas de los históricos sillares de la torre. También nos tocó hacer uso de nuestros conocimientos para desbrozar la muralla, y hasta talar un árbol que había en plena pared junto a la tahona, ¡y que ha vuelto a resurgir!

Llegamos a ennegrecer la piedra con las suelas de nuestros pies de gato, que ya la lluvia se ha encargado de lavar, y utilizamos las nervaduras de las columnas góticas para ascender por ellas usando técnica “bavaresa”. ¡Que falta de respeto! (Hoy colocan spits perforando la roca para colgar una banderola publicitaria de autopromoción de la obra)

Un 6 de octubre del 1986 celebramos junto a Josema Casimiro y Mari Ábrego la ascensión que realizaron tres meses atrás, el 23 de junio, que supuso la primera nacional al K2 y la única en estilo alpino. Se realizaron diversos actos (ver el articulo de prensa adjunto) y finalizamos en el tentadero de Cuevas, con un rancho y una antológica tienta de vaquillas, donde alpinismo y torreo se unieron, y descubrimos las habilidades taurinas de alguno de nuestros compañeros mas notables. ¡Lo que hizo el patxarán!

18/05/2012

Sima de los Cristinos en Larraona

Situado a los pies de la parte sur de la sierra donde se unen Urbasa y Entzia, en la localidad amescoarra de Larraona –607m-, muga con Araba, se comienza la marcha ascendiendo por la calle cementada hasta alcanzar el punto más alto, cerca de un abrevadero o aska con fuente, donde obliga a girar por una curva cerrada que cambia de la pista cementada a otra con grava.




Minutos más tarde, se pasará por un paso canadiense, un tipo de enrejado situado en el suelo a modo de obstáculo diseñado para evitar que los animales circulen libremente, y en un lateral, se dejará el depósito de aguas. A medida que se asciende, aparecerá un bosque de robles, hayas, espino y avellanos. Es interesante observar las rocas que aparecen diseminadas por el suelo, resultado del desprendimiento ocasionado por la acción erosiva.



Pasados veinte minutos del comienzo, aparecerá un nuevo aska y los inicios del hayedo. A continuación, un cercado y una puerta de hierro anuncian el final de la subida y el comienzo de ir bordeando la sierra, límite de Larraona y los terrenos comunales de las Amescoas, Urbasa y la sierra de Andia, las cuales forman un Parque Natural protegido por la ley de la Diputación de Navarra. En este momento, se seguirá por una pista con numerosas curvas que parten en dirección norte.



A los 25 minutos, a la derecha, aparecerá en una llanura la ermita de San Benito Abad, coronando la sierra de “Limitaciones”. Su construcción, de planta rectangular y cabecero recto, está fechada a comienzos del siglo XVII. A finales del siglo XX, tras una reforma, se colocó en el exterior y en la zona oeste una espadaña sin campana. Frente a la ermita, se halla un altar de piedra donde en julio se celebra, en el final de fiestas de Larraona, una romería en honor del santo. Se saldrá por un camino descendente que sale de la parte de atrás de la ermita, en dirección este, hasta llegar una baliza indicativa que señala el espacio llamado Zotola, una zona herbosa donde surgen diversas sendas.



Estando en esta zona y, apartándose un poco del camino, aparece el término conocido como el “Laberinto de San Benito”, un área kárstico, donde se han formado unos pasillos alargados que antaño se utilizaron como área recreativa por los lugareños. Retomado el camino, la marcha virará un poco a la derecha, dirección nordeste, hasta salir del hayedo y aparecer en zona herbosa donde se puede ver, por la izquierda, una pista por la que se circulará hasta encontrar una bifurcación, tomando el que asciende por la parte izquierda. Se transitará por un suelo arenoso y, transcurrido una hora y cuarto, se descubre el Raso de Ustalaza y los terrenos de Larramendikoarro. En este momento, se distingue un haya aparentemente caída, por la cual habrá que pasar agachándose, donde en su parte inferior, se halla una depresión o dolina, que supone la entrada principal a la cueva de los cristinos.



Las sierras de Entzia, Urbasa y Andia, al tratarse de un terreno kárstico están llenas de cavidades subterráneas. Una de ellas es la sima o cueva de los Cristinos, que recibe este nombre tras los sucesos de la primera guerra carlista, cuando las tropas cristinas, bando liberal comandadas por el general Valdés, lucharon en una de las numerosas batallas contra los soldados carlistas al mando de Zumalacárregui. Al parecer, en una emboscada en el año 1835, denominada Artaza, los carlistas atacaron a los monárquicos cristinos, siendo estos últimos apresados, fusilados y arrojados a la cueva. También se cuenta que, en la misma cueva, los carlistas se refugiaban y guardaran el material bélico. Ya en época moderna, los primeros exploradores del lugar fueron los frailes capuchinos. Estos, en época estival pasaban largas temporadas en la sierra de Entzia, por lo que eran grandes conocedores del lugar. Derivado de este conocimiento entraron en numerosas ocasiones a la sima. En uno de esas exploraciones, hallaron un esqueleto humano en su interior, entendiendo que procedería de la leyenda que se contaba en los alrededores referente a la batalla narrada anteriormente, y pasando a nombrarla como la cueva de los Cristinos.



Por ello, es muy probable, según los expertos en toponimia que, su verdadero nombre habrá sido Ustalaza, nombre del término en el que se haya ubicada. Pero, lejos de la leyenda, la verdadera belleza se encuentra en su interior con la formación de numerosas estalactitas y estalagmitas que decoran las salas y que reciben distintas denominaciones que la gente la gente ha ido acuñando a la sala, como los confesionarios de las brujas, la virgen con el queso o el pozo de la sal. Por último, el Grupo Espeleológico Príncipe de Viana ha llegado a documentar más de doscientas cavernas, con mayor o menor dificultad dentro de esta cavidad subterránea. El acceso a la misma no está controlada ni protegida, siendo su acceso libre, aunque siempre es recomendable realizarlo con una persona experta y conocedora del lugar.



Para descender por el interior de la sima, se utilizarán con precaución los diferentes escalones realizados en piedra sobre el terreno para facilitar el acceso. Inmediatamente, se pasará por un pequeño arco de hierro y, unos metros después, a la izquierda, aparece un “balcón” con una barra de hierro, cuidado en este punto; continuar descendiendo hasta descubrir la gran sala donde se haya un lago cristalino y las distintas estalactitas, estalagmitas, columnas,... Es posible realizar la vuelta completa al lago si el nivel del agua no está muy alto.



En Larraona podemos disfrutar del parque “Urbasa Abentura” donde utilizar sus instalaciones, con servicio de Bar. Allí se pueden realizar diferentes circuitos habilitados para escalar o realizar pasos aéreos, tirolinas, vías ferratas… Igualmente en la zona se encuentra una bonita escuela de escalada, y es uno de los mejores lugares de Tierra Estella para realizar Boulder.

02/05/2012

Esqui de montaña en primavera 2012

Trasncribo esta pequeña reflexión de Jorge Garcia Dinx que hace en su blog, con la cual coincido plenamente:

Se abre una nueva temporada de esquí de travesía para mayo, siendo que, por fin, los espesores de nieve son, a día de hoy, acordes con los habituales para un debut de mayo. Es en este mes cuando habitualmente recurrimos a los porteos generoso, al ataque de los tresmiles y a los madrugones, saliendo al alba y terminando pronto tras el mediodía.

A día de hoy, ya no es éste un año distinto a otros. Por unos días, volvemos a estar en un año "normal" en cuanto a nieve para estas fechas.

Un año raro y con muy desigual repartición. Mucho sol y muchos días para hacer montaña durante los meses de enero a marzo y luego muchas precipitaciones de nieve (y, por ende, no propicios para montaña) durante todo abril.

Normalmente, los años que menos nieva son los que más esquí de montaña hacemos. Pues si no nieva, casi todos los días hace bueno. El tiempo es estable, anticiclónico, apenas hay riesgo de aludes y siempre nieve en algún macizo o altura. Se encuentra si uno sabe buscarla.

Pero los hombres, por naturaleza, siempre queremos lo que no tenemos. Si hace sol muchos días seguidos la gente quiere que nieve. Luego, cuando está nevando y venteando (como en la ola de frío siberiana o durante todo este mes de abril) la gente entonces me pregunta cuándo hará bueno para poder salir al monte, que llevan semanas sin poder salir.

Personalmente, este invierno he salido un récord de veces con esquís, el año que más. Pues hacía buen tiempo más del 90% de los días. Sin embargo corría la creencia de que "no había nieve" y muy poca gente se animaba a salir al monte. Para muchos es el año que, con diferencia, menos salidas se ha hecho. Justo los meses que nosotros más hemos salido. Y al contrario, en este mes de abril, que tanto ha nevado, es el mes que menos he salido con esquís en mis últimos 10 años, sólo 2 salidas, el 1 y el 8 de abril.

La frase suena contradictoria, pero merece la pena repetirla (me la enseñó Julio Benedé):" Los años que menos nieva son los que más esquí de travesía hacemos". Cuánta razón tiene.


Cómo está la nieve?: El frío de estos últimos dos días mantiene la nieve polvo por encima de los 2.000m. Conforme las laderas sur vean el sol mañana martes, irá transformándose y humidificándose. Se mantendrá polvo en las nortes por encima de 2.000m. Por debajo de 1.800m, donde no había base previa, la nieve en las caras sur desaparecerá mañana martes al ver el sol desde la mañana. El miércoles la transformación irá ganando altura, al subir más las temperaturas y la nieve polvo ya sólo permanecerá en caras norte por encima de los 2.500m

13/03/2012

La cascada de Xorroxin


Cerca del barrio de Gorostapalo (Erratzu), se encuentra la cascada de Xorroxin. Según cuenta la leyenda, en este recóndito lugar del valle de Baztan se aparecían las lamias, misteriosas mujeres con cola de pez que alisaban sus cabellos con peines de oro.


AGUA DE PRIMAVERA


Para llegar hasta la cascada lo mejor es dejar el coche en Erratzu y pasear hasta el barrio de Gorostapalo (1,5 km). Así evitaremos la saturación de coches en el pequeño núcleo. A la entrada de este barrio se encuentra la ermita de la Virgen de los Dolores (Doloretako Amabirjina), de donde parte un camino empedrado que baja hacia la regata de Iñarbegi. A partir del primer puente de piedra nos adentramos poco a poco en el bosque, por un camino que asciende paralelo a la regata. Pronto llegaremos a la encrucijada Iñarbegi-Xorroxin, perfectamente señalizada, y aquí seguiremos el camino de la derecha, hasta llegar a un segundo puente de cemento, que hay que atravesar . Continuamos ahora con el arroyo a la izquierda hasta llegar a una nueva bifurcación, donde tomamos la senda de la izquierda. Un poco más adelante, nos encontramos de frente con el cauce del río. Aquí hay que descalzarse o saltar de piedra en piedra para pasar al otro lado (orilla derecha del río) hasta llegar a la rumorosa cascada. Aunque se trata de una excursión fácil, que puede hacerse en familia, conviene estar atento al terreno resbaladizo. Son dos horas, ida y vuelta, desde Erratzu (la mitad desde Gorostapalo). Es mejor hacer esta excursión en primavera o en otoño, que es cuando baja más agua, y la vegetación está más bonita.


La catarata de Xorroxin es una espectacular caída de agua situada al pie del monte Autza (1.306 metros). Cerca de este paraje rumoroso nace el río Baztan, el cual recorre el valle del mismo nombre durante diecinueve kilómetros, para convertirse luego en el río Bidasoa cerca del señorío de Bértiz. Este tramo inicial del río del Norte está rodeado de antiguas leyendas, ligadas principalmente a la naturaleza salvaje de los montes y bosques de Baztan. Algunas tienen que ver con la diosa Mari -que habitaba en una cueva del monte Autza, junto con su compañero Herensuge (o Sugaar), la serpiente macho-, y también con las fantásticas lamias, que aparecían en las orillas de los arroyos alisando sus cabellos con peines dorados. Hace medio siglo, algunos ancianos del barrio de Gorostapalo solían contar que junto a la cascada de Xorroxin se veían a veces unas mujeres con pies de cabra o cola de pez, que aparecían y desaparecían misteriosamente. Hoy, en la zona, nadie cree ya en lamias ni en sorgiñas (brujas). Sin embargo, las viejas leyendas han dejado huella en la toponimia de la zona. Concretamente, la poza o el pequeño embalse natural donde cae el agua de la cascada de Xorroxin, se denomina Lamiputzu (pozo de las lamias). Salto de agua
Según Mikel Belasko, el nombre de Xorroxin viene del vasco zorrot, zorrota (chorro) y osín (poza). La formación de este salto de agua tiene que ver con el tipo de suelo, compuesto principalmente de dolomías (calizas transformadas) y de cuarcitas rojizas. Se trata de materiales muy antiguos y muy resistentes a la erosión. Ello explica lo escalonado del terreno y la caída del agua desde varios metros de altura.
La cascada se encuentra en medio un arroyo conocido hoy como regata de Iñarbegi (también regata Istauz). Este humilde riachuelo recoge las aguas que bajan de los montes Masa y Autza dando lugar a este curso de agua, que discurre por el fondo del valle entre los barrios de Gorostapalo e Iñarbegi, para acabar juntándose en Erratzu con la regata de Izpegui.
Según dice el pintor de Erratzu José Mari Apezetxea, de 80 años, hace medio siglo la cascada de Xorroxin pasaba desapercibida para la mayoría de la gente, ya que se trata de un lugar recóndito, húmedo y poco productivo, al que hay que ir expresamente. «Hay unos caseríos en las laderas del monte, por encima del bosque que rodea la regata. Pero nada más».
Hoy sin embargo, con el auge del turismo rural, la pequeña catarata se ha convertido en un espléndido lugar para ir de excursión. Desde hace 25 años, la maravillosa cascada de Xorroxin da nombre además a una radio "pirata", convertida hoy en un importante medio de comunicación de la zona del Bidasoa.
Espectáculo emocionante
Rodeada de un espeso bosque de hayas, roble, avellanos y castaños la cascada ofrece un espectáculo emocionante sobre todo en primavera y otoño (conviene evitar el verano y el invierno si no queremos sufrir una decepción, por la falta de agua o de vegetación). A la música natural que provoca el salto de agua se suman el juego de luces que proyectan los rayos de sol filtrándose por la vegetación y la sensación refrescante que ofrece la efluxión de la cascada. A veces, dependiendo de la posición del sol, se forman pequeños arco iris a la entrada de la poza, y aparecen reflejos rojizos en el fondo oscuro del embalse. Entonces, con el agua pulverizada suavemente en la cara y la música violenta de la cascada, uno entiende más fácilmente las historias fantásticas que se cuentan en los libros y el entusiasmo romántico de algunos escritores que se ponen melifluos al describir este inesperado capricho de la naturaleza. 
Hemos estado disfrutando del paisaje de este maravilloso lugar el pasado sábado.

«Al llegar a Gorostapalo, en Erratzu, (el río Baztan) se hace saltarín, como un espatadantzari, en la cascada de Xorroxin, y poco después de sus cabriolas de mutil vascongado al son del chistu de la música de su propia agua(…) se entrega a juegos y fantasías, cambiando de una manera brusca su dirección», escribe Luis Antonio de la Vega, en su libro Viaje de los ríos de España.
Como una selva
A la belleza romántica de esta «cascada de primavera», hay que unir el hecho de encontrarse en el interior de un bosque de aspecto selvático, donde predominan los robles, castaños y avellanos. La regata favorece también la proliferación de alisos, fresnos, sauces y otras especies propias de los entornos fluviales. Ello configura un bosque mixto, de galería, que tiene el interés añadido de estar muy poco humanizado, debido a lo apartado y abrupto del terreno.
Otra aspecto singular de Xorroxin es su ubicación debajo de una montaña fronteriza de reminiscencias mágicas: el monte Autza (1.306 metros). Según cuenta la leyenda, cuando Mari, la reina de la montaña, se junta con su compañero, Sugaar, se generan fuertes tempestades de consecuencias imprevisibles. Esto es quizás lo que pasó en la riada de 1913. «Yo no la conocí, pero he oído decir a mi suegro que aquel año se reventó una nube en Autza, y como las orillas de la regata estaban sucias, llenas de ramas y troncos, se concentró el agua de tal manera, que la riada arrasó varios pueblos del valle», dice Jesús María Urrutia, vecino de Gorostapalo, de 74 años. «En cambio los vecinos del barrio de Iñarbegi, que estaban por encima de Xorroxin, ni se enteraron».
En una calle de Elizondo, puede verse todavía a la altura de un balcón de la calle principal una marca y una leyenda, con el nivel que alcanzaron las aguas aquel día dos de junio en que Mari se enfadó y las lamias se confabularon provocando la destrucción de varios edificios de Erratzu y Elizondo. En el primero de los pueblos se hundieron doce casas, y parte de la iglesia quedó arruinada. Y en Elizondo murieron dos mujeres arrastradas por las aguas. La riada penetró también en la iglesia de Elizondo y alcanzó tres metros de altura. Según dicen en Bertizarana, los santos de la iglesia de Erratzu se vieron pasar por debajo del puente de Reparacea arrastrados violentamente por las aguas del río.

22/01/2012

Y las nubes se apartaron para que asomara el sol...


Hoy es 22 de Enero de 2012. Ya ha pasado un año y parece que nos vamos acostumbrando a que nos falte un amigo... pero la realidad es muy tozuda y nos obliga a poner los pies en el suelo; y en este caso en la cumbre de Ioar, para recordarnos que Felipe era más que un amigo. Sobre todo era una buena persona, querida por todos. Los que más le conocieron hoy lo recordaban contando las aventuras que pasaron juntos, tanto en la montaña como en la vida diaria. Otros que no tuvimos la suerte de compartir mucho tiempo con él vemos que era una persona muy querida, que todos le apreciabamos, que nos gustaba estar con él.



 
 
Esta mañana nos hemos juntado 25 mendizales para subir a Ioar y recordarle. El día no era de los mejores; ya al salir del Santuario de Codés la niebla comenzaba a escupir un poco y nos avisaba de que las vistas desde la cumbre no iban a ser posibles. Seguimos subiendo y a la altura de la Aguja del Cencerro la niebla se cerraba y nos hacía sacar los chubasqueros de la mochila. Charlas sobre recuerdos de escaladas, esquiadas y paseos por esta sierra que todos hemos pateado muchas veces. Llegamos al hayedo y el viento del norte nos refresca la cara. Las pausas para retomar el aliento se hacen más breves, el grupo se estira... dispersando puntos de colores por el bosque. Y llegamos a Ioar.

Allí la niebla da a la cumbre un sobrio aspecto alpino, ni siquiera nos deja ver la antena. Viento, frio, humedad; tras una breve espera para reagruparnos nos acercamos al buzón-árbol de la cumbre. Nos quedamos todos en silencio... recuerdos.

Por un breve instante, la niebla se abre y la esfera del sol se deja ver, iluminando nuestros rostros y modificando el color de la escena. Hasta nos cambia el semblante. Tengo la sensación de que alguien se asoma entre la niebla para saludarnos. Nuestro amigo ha hecho que montañeros de distintos ámbitos y localidades nos juntemos allí para recordarle, y conocernos.

Unas fotos de grupo junto al buzón y bajamos disgregados hasta el Santuario. Seguidamente una misa recordó a Felipe. Nosotros le recordaremos siempre.




10/01/2012

UNA DE AMPOLLAS PARA PREVENIR.

La prevención es, sin duda alguna, el mejor remedio contra la aparición de ampollas. Sin embargo, a veces no podemos evitar que bajo ciertas condiciones estas protuberancias en la piel llenas de líquido aparezcan en determinados momentos. ¿Cómo debemos actuar ante ellas?
Cuando se pone sobre la mesa el tema de las ampollas el debate está abierto y asegurado. Será difícil encontrar dos opiniones iguales entre corredores: cada cual cuenta su remedio y lo que puede funcionar para unos resultará ineficaz para otros. Sin embargo, hay unos parámetros establecidos que pueden ayudar a prevenirlas y tratarlas. Las ampollas, aunque pueden parecer una lesión leve y no causar problemas médicos significativos, pueden ser muy molestas hasta el punto de limitar el entrenamiento, bajar el nivel de rendimiento deportivo e incluso dejar fuera de competición a más de un participante. Hay diferentes estudios a nivel de lesiones deportivas donde queda demostrado que los deportistas, y sobre todo los corredores, han padecido alguna vez ampollas a lo largo de su trayectoria.
El inicio
Pero empecemos por el principio: una ampolla es una protuberancia en la piel que contiene líquido. Por lo general, tiene forma circular. El líquido que se forma debajo de la piel puede ser transparente o sanguinolento y en ocasiones pueden aparecer debajo de las uñas, con o sin sangre. Además, los síntomas de una ampolla pueden parecerse a los de otras condiciones de la piel o problemas médicos.
Si hablamos en términos generales las ampollas pueden ser producidas por reacciones alérgicas, infecciones y lesiones como que maduras o escaldaduras, quemaduras por exposición al sol, dermatitis de contacto, impétigo (una infección contagiosa de la piel) o infecciones virales (incluidas la varicela y el herpes zóster), entre otras. Ahora bien, centrando el tema de las ampollas en el caso de deportistas en general y corredores en particular, la formación o aparición de ampollas se produce por presión excesiva en una zona concreta y, normalmente, sin previo aviso. Son las ampollas por fricción.
Qué causa una ampolla
La ampolla por fricción aparece con relativa frecuencia cuando el pie tiene que habituarse a ciertos cambios como la iniciación en una nueva actividad deportiva, un aumento en la actividad habitual, el cambio de calzado al que está acostumbrado el pie o por la confluencia de varios de estos y otros factores. Es importante tener en cuenta que si aparece una ampolla en una zona del pie, puede aparecer de nuevo en la misma zona. Analicemos ahora las causas más frecuentes de la aparición o formación de ampollas así como su prevención.
Calcetines inadecuados: bien por que se puedan mover dentro de la zapatilla, por demasiado gruesos o, al contrario, por demasiado finos. En todos los casos pueden producir arrugas que friccionaran la piel al correr o caminar. Es recomendable usar calcetines con tejido Cool-Max para mejorar la transpiración y favorecer un fácil ajustado. Incluso podemos encontrarlos específicamente para pie derecho y pie izquierdo, para una completa adaptación.
El calzado es otro factor desencadenante de mucha importancia. Si el calzado es demasiado grande o demasiado pequeño, o no se ajusta a la morfología del pie será, sin duda, causante de problemas. Por ejemplo, no utilizaremos bota de baja o media montaña para realizar una marcha de resistencia debido a que el pie no transpirará lo suficiente y la humedad es uno de los mejores aliados de las ampollas.
Lo más recomendable para es coger el calzado más adecuado es tener en cuenta qué tipo de actividad vamos a realizar. Es muy importante vigilar el acabado del calzado. Las costuras tanto interiores como exteriores así como adornos o etiquetas pueden producir rozaduras y, como consecuencia, la aparición de las temidas ampollas.
Prevención
Una vez escogido el calzado más adecuado para la actividad, jamás lo estrenaremos el día de la marcha para evitar sorpresas y habituar nuestros pies al nuevo calzado. Si no es así el regalo de estrenar calzado nuevo será una ampolla.
La sequedad de la piel es otro factor básico que debemos tener controlado para evitar la aparición de ampollas. Si la piel no es suficientemente elástica no se adaptará ni a las irregularidades del terreno ni a las presiones a las que está sometido el pie. Para conseguir una piel elástica necesitaremos una buena hidratación con cremas que estén compuestas con un mínimo de un 10% de urea para exfoliar las zonas de más sequedad.
Las cremas deben aplicarse habitualmente, pero sobre todo los días previos a la marcha. El día de la caminata el pie se debe lubricar con vaselina o cremas específicas anti ampollas sin excederse. Las uñas también pueden producir ampollas. Deben estar bien cortadas. No deben ser ni muy largas ni excesivamente cortas ya que la uña nos protegerá la parte final de los dedos en el momento de la marcha. Las ampollas en las uñas normalmente aparecerán por debajo de ellas con hematoma o sin él. Por ello, las uñas las cortaremos en forma recta, evitando excesivamente el redondeo.
Cómo actuar en caso de ampolla
La actuación variará en función de si aparece antes de una marcha o si se produce durante o después de ella. Pero en todos los casos es importante recordar que jamás cortaremos la piel de la ampolla, ya que nos protegerá de posibles infecciones.
Si aparece los días previos a la caminata la actuación será aplicar povidona yodada (Topionic® o Betadine® son las marcas más conocidas) en la zona de la ampolla mínimo dos a tres veces al día. La ampolla debe el máximo tiempo posible. Incluso puede secarse la povidona yodada con un secador de pelo.
Si aparece el día de la marcha intentaremos aplicar apósitos hidrocoloides (Épitac® o Compeed® como marcas más conocidas), si la humedad lo permite, en la zona de la ampolla calentando el apósito lo máximo posible con las manos. Antes de aplicarlo podemos rociar la zona con Nobecutan® o laca de pelo para que el apósito se adhiera mejor y no se despegue. Después de aplicarlo podemos taparlo con esparadrapo para una mayor sujeción. Hay que dejarlo hasta que se despegue solo. Si la marcha dura más de un día podemos pincharla ampolla para extraer el líquido y aplicar en su interior y por la zona povidona yodada siguiendo anteriormente. Para seguir la marcha colocaremos un apósito hidrocoloide repitiendo el proceso anteriormente comentado. Si al acabar el día el apósito se despega, debemos empezar de nuevo. Si la ampolla aparece de nuevo o persiste después de la caminata, seguiremos aplicando povidona yodada y acudiremos al especialista. Si con todo las ampollas persisten siempre en la misma zona, es imprescindible descubrir qué causa la presión y, por lo tanto, su aparición. Un podólogo deportivo nos ayudará a descubrir mediante un exhaustivo estudio biomecánico por qué siempre aparece aquella ampolla inoportuna en la misma zona del pie.

Casos especiales

Ampollas en las uñas
La actuación será la siguiente: se vaciará el interior de la ampolla agujereando la uña para la descompresión de la zona. Esta actuación sólo debe realizarse durante las 72 horas posteriores a la aparición de la ampolla. En caso contrario, acudiremos lo antes posible al especialista.

Ampollas sanguinolentas
Cuidado, peligro de infección! Llegados a este punto se acaba la marcha y acudiremos directamente al especialista para que haga una valoración. No se debe pinchar ni tocar la ampolla hasta que la vea el especialista.

18/12/2011

Olentzero

    Olentzero, tiene relación directa con el fuego.  
Del fuego y de su utilización han venido varias interpretaciones y tradiciones, por ejemplo: se le representa como a un carbonero que baja por la chimenea y que fuma en pipa. En los tres casos el fuego es el elemento clave. El fuego es quien renueva lo viejo, limpia lo malo. Es fuego la expresión de la fuerza renovada. 
 
    En los pueblos de Euskal Herria se representa como personaje el solsticio de invierno, y este personaje llega el día 24 de diciembre: es Olentzero.
   Nuestro Olentzero es en algunos pueblos pastor, campesino en otros, carbonero según otros muchos. Algunos dicen que es el último gentil, o que viene a anunciar el nacimiento de un mesias; también se ha dicho que tiene un ojo más que los dias del año, el hombre de los 366 ojos.

En los bosques de nuestro país, hay muchos tipos diferentes de criaturas que la gente no puede ver. Todas ellas son parte de la naturaleza, y la gente ha escrito muchas historias y fábulas acerca de ellas. Cuando caminamos a través de nuestras montañas y nuestros valles, desde un rincón maravilloso de la imaginación ellas nos mantienen acompañados y nos cuidan.
 Esta es la historia de uno de aquellos seres, la historia del Olentzero, un hombre humilde que con su amor entra al corazón de todas las criaturas, reales e imaginarias.
Hubo una vez, hace muchos muchos años, en los profundos bosques del País Vasco, un hada muy hermosa viviendo allí. Su cabellera era amarilla como el sol y sus ojos eran muy brillantes. Como todas las hadas, ella cuidaba de la gente y siempre estaba acompañada por algunas criaturas pequeñas y divertidas, como los duendes, llamados Prakagorri, o "pantalones rojos", que la ayudaban en su trabajo.
Un día, cuando ella iba viajando a través de las montañas, se detuvo para peinar sus cabellos junto a una fuente. De repente, los Prakagorris le anunciaron que algo se estaba moviendo entre los helechos. El hada continuó peinando y peinando sus rizados cabellos y no se dió cuenta de nada hasta que los Prakagorris gritaron llamando su atención. "Es un bebé humano" dijo el más viejo de los duendes. "¿Por qué lo dejaron aquí?" dijeron todos los Prakagorris a coro. "Yo no sé" dijo el hada, "es difícil de comprender como los humanos pueden ser tan desalmados algunas veces."
"Desde ahora," le dijo el hada al bebé, "tu nombre será Olentzero, porque es una cosa maravillosa haberte encontrado. Y por este acto te daré los regalos de Fuerza, Coraje y Amor, por todo el tiempo que tú vivas." Entonces el hada tomó al bebé y lo llevó a una vieja casa en el límite del bosque donde vivían un hombre y su mujer que no tenían niños.
Cantandole al Olentzero."Ellos estarán muy, muy felices de recibir este chico y lo cuidarán muy bien, lo sé" dijo el hada, y ella dejó al niño allí en frente de la puerta. Muy temprano en la mañana, cuando el sol comenzaba a levantarse, el hombre salió de la casa para ordeñar a las vacas. Se sorprendió mucho al ver al bebé, y llamó a su esposa: "¡Mi amor, ven aquí rápidamente! ¡Ven a ver lo que he encontrado!" Tal como el hada lo había predicho, el hombre y la mujer fueron muy, muy felices al encontrar a este chico. "Qué afortunados hemos sido!", dijo la mujer. E inmediatamente cubrieron al niño con una cálida frazada y le dieron algo de comida, y lo tomaron como su hijo.
Y así fue como Olentzero llegó a crecer en aquellas maravillosas montañas, hasta que se convirtió en un fuerte, saludable y amable hombre. Sus padres fueron muy felices y Olentzero no estaba en absoluto preocupado por la extraña forma en la cual sus padres
llegaron a encontrarlo.

Olentzero trabajaba todos los días de la mañana a la noche, haciendo carbón y ayudando a su anciano padre. Después de muchos años, la anciana pareja quienes habían sido los amorosos padres de Olentzero finalmente murieron y Olentzero se quedó muy solo en la casa en el bosque.
Los años vinieron y se fueron y su cara comenzó a arrugarse y su cabello comenzó a ponerse blanco.
El vivir solo lo volvió triste y se dió cuenta de que lo que necesitaba hacer era ayudar a otras personas que lo necesitaban. Recordó que en el pueblo había una casa en la cual vivían algunos niños que no tenían padres. Vivían de cualquier cosa que la gente del pueblo les llevara, y Oletzero se dió cuenta de que esos niños eran muy solitarios, justo como él, y de que él podría hacer cosas para ellos de modo que fueran felices.
Construccion para hacer carbon.Olentzero era muy inteligente y muy bueno haciendo cosas con sus manos, de manera que hizo algunos juguetes de madera para aquellos niños: pequeños juguetes y muñecas, que el podría llevar a los niños cuando fuera al pueblo a vender su carbón.
Cuando él terminó las muñecas y muñecos, los puso en una gran bolsa, puso la bolsa sobre su burro, y marchó hacia el pueblo. Olentzero se sintió muy feliz por dentro aquel día, y sus ojos refulgieron con mucha brillantez.
Le tomó toda la mañana caminar a través de las montañas hasta llegar al pueblo, pero estaba muy feliz. Sonreía como si estuviera en un sueño, porque iba a llevar a los niños los juguetes que él había hecho.
Los niños pequeños del pueblo estuvieron muy felices también cuando recibieron sus regalos, y Olentzero se pasó la tarde jugando con ellos y contándoles las historias que había aprendido de su padre cuando él era pequeño. Los niños y niñas amaron mucho a Olentzero y después de aquel día no se sintieron tan solos como antes. Olentzero se volvió muy conocido en aquel pueblo. Cada vez que él se acercaba, rápidamente era rodeado por los niños.
Esto sucedió por muchos hermosos y felices años, pero una vez hubo una terrible tormenta en el pueblo y en las montañas de la periferia, la cual destruyó muchas cosas. Los fríos, fuertes vientos y el sonido de los truenos dejaron a la gente muy asustada y trastornada, especialmente a los niños.
Un día, cuando Olentzero estaba yendo al pueblo, vió un rayo alcanzando a una casa. Corrió muy rápido hacia la casa y vió algunos chicos en una de las ventanas, muy asustados, gritando y pidiendo ayuda. Llegó hasta la casa, que estaba en llamas, cubrió a los niños con una manta para protegerlos del fuego, y los sacó de la casa a través de una ventana.
Pero mientras él estaba tratando de salir, una viga de madera vieja y grande del cielo raso cayó sobre él. Olentzero cayó con gran dolor, y su fuerte y hermoso corazón se detuvo. Las personas en el pueblo lloraron cuando vieron la casa en llamas, y supieron lo que había ocurrido, y se dieron cuenta de que no había nada que ellos pudieran hacer.
Pero en ese mismo momento fueron sorprendidos por una brillante luz que salía de la casa en llamas. Nadie podía ver lo que estaba ocurriendo adentro. Pero dentro de la casa, el hada que había encontrado a Olentzero en las montañas, cuando él era un bebé muchos años atrás, apareció junto a Olentzero y comenzó a llamarlo por su nombre con su dulce voz: "¡Olentzero! ¡Olentzero!"·
Ella dijo: "Olentzero, tú has sido un buen hombre, lleno de fe y de buen corazón. Has dedicado tu vida a hacer cosas para los demás, y has dado hasta tu propia vida para salvar a otras personas. Por lo tanto no quiero que te mueras. Yo quiero que vivas para siempre. De ahora en adelante tú harás juguetes y otros regalos para los niños de este pueblo y de todos los rincones de Euskal Herria."
"¡Y nosotros te ayudaremos!" dijeron todos los Prakagorris, volando alrededor de Olentzero.
Y así fue como vino a pasar que, en la mitad de cada invierno, al final de cada año, Olentzero va a todos los pueblos de Euskal Herria repartiendo juguetes y regalos a los niños. Los niños de todos los pueblos celebran la llegada de Olentzero cantando canciones y esparciendo su mensaje de amor, fuerza y coraje. Algunas personas no creen que Olentzero realmente exista. Pero entre los vascos hay un viejo dicho:
"todas las cosas que tienen un nombre existen, si nosotros creemos que existen".

Al pie, octavilla repartida durante la primera representación tras la dictadura franquista, del Olentzero en Viana en el año 1978


Carta a Olentzero y los Reyes Magos

22/11/2011

Insumisos, la batalla por un ideal

Coincidiendo con la dimisión de Jorge Urdanoz, aprovechamos para reproducir un articulo suyo del año 2.009.

Cuestionaron en la España de los años setenta el servicio militar obligatorio con propuestas no violentas. Su recuerdo es oportuno en un país con tantos adolescentes sin ideales y tantos políticos sin generosidad.



De quién se dice aquello de "no sabían que era imposible y lo han conseguido"? Porque si alguien se merece la cita, ésos son los insumisos que en su día vencieron al ejército. Un ejército, el heredado de la dictadura, que no tenía entre los españoles la mejor de las reputaciones, estigmatizado como estaba por haber sido uno de los puntales de la represión franquista. El movimiento antimilitarista le plantó cara pronto y, casi inconcebiblemente, terminó ganando una batalla que sólo cabía dar por perdida. Los insumisos lograron acabar con la mili obligatoria y forzaron a la institución militar a replantear toda su estrategia de fondo. Fue, por muchos motivos, un acontecimiento singular, y merece la pena recordarlo.
Aunque parezca ciencia-ficción, cientos de jóvenes iban a la cárcel en defensa de sus valores.
La cita de Gandhi se repetía por doquier: "No hay un camino a la paz, la paz es el camino".
No es fácil acotar los orígenes del proceso. La fundación oficial del Movimiento de Objeción de Conciencia -el MOC, el colectivo que gozó de un mayor protagonismo durante los años de la insumi-sión- data de 1977, pero hay acuerdo en considerar que tal fecha supuso tan sólo un bautizo más o menos formal a un impulso que tenía ya algunos años. En 1971, con el dictador todavía atado y bien atado a los resortes del poder, Pepe Beunza, el padre del antimilitarismo español, se convirtió en el primer insumiso no religioso al ejército obligatorio (los Testigos de Jehová se habían negado a alistarse desde siempre). Lo arrastraron por 10 prisiones durante casi tres años, pero con el tiempo pudo ver cómo la incorporación a filas dejaba de ser obligatoria. Hoy en día sigue siendo un referente para el movimiento por la paz en nuestro país.
El antimilitarismo bebió de la rebeldía de Mayo del 68, del pacifismo cristiano de los movimientos de base y de los procesos de desobediencia civil inaugurados por Thoreau, Gandhi y Luther King. Hubo también, es cierto, una insumisión específicamente nacionalista. No al ejército, sino a España. No antimilitarista, sino militarista a la contra. Pero de ésa no hablaremos aquí, pues no es sino el mismo belicismo con distintas insignias. La insumisión de la que nos ocuparemos aquí es aquella que ofrecía razones y ejemplos contra una organización social estúpida, injusta y ciega, no contra los particulares colores de la bandera que la arropaba.
Aunque hoy parezca ciencia-ficción, los jóvenes de entonces iban a la cárcel dos años, cuatro meses y un día por un ideal. Podían optar por hacer la prestación social sustitutoria durante un año, por supuesto, pero eso era hacerle el juego al sistema militarista y permitir, por tanto, su perpetuación. Así que decían adiós a sus familias, a sus estudios o a sus trabajos... y se entregaban. Seguían las enseñanzas de la desobediencia civil: jamás acatar lo injusto, pero nunca responder con la violencia. Y asumían además el castigo legalmente establecido. Porque, como Gandhi y King habían enseñado, sólo así puede la sociedad vislumbrar las injusticias y percibirlas como tales, y sólo así será posible el cambio. Por eso centenares de jóvenes que no sólo no habían hecho absolutamente nada, sino que eran en muchos sentidos los mejores de entre nosotros, acababan en prisión. Y, extramuros, la sociedad empezó a plantearse cosas.
Es difícil, sospecho, que un adolescente de hoy conciba algo semejante. No hay fuerza de convicción más poderosa que la sinceridad y el ejemplo, pero ya no abundan. Yo no viví la transición, pero intuyo que entonces los ideales democráticos eran eso, ideales, y no la palabrería hueca y pomposa en la que se han convertido ahora. Entonces un partido como el PSOE podía ceder a otro grupo político uno de sus dos asientos de los siete que formaban la comisión que habría de redactar la Constitución (¡la Constitución!), sólo porque creía que era justo que así fuera, aunque nada le obligara legalmente a ello.
¿Podemos imaginar algo parecido ahora, cuando nadie le hace ascos ni al menor tránsfuga de pueblo? Para bien y para mal, con la democracia llegó también el desencanto. La política dejó de ser aquello de conseguir el poder para poner en práctica los ideales e, imperceptiblemente, se convirtió en el manejo de los ideales para conseguir el poder.
Los insumisos fueron probablemente los últimos grandes idealistas que dieron la batalla en la arena específicamente política y estatal. Tras ellos, las ansias de transformación buscaron otros cauces. A la desnuda autenticidad de su idealismo, que a nada conduce por sí sola, sumaban unas razones de fondo que era difícil rebatir. La mili obligatoria se había convertido en un ritual vacío de todo contenido. Era un semillero de suicidios, de frustración, un sinsentido amargo. Y el pacifismo dibujaba un horizonte de posibilidades cargadas de esperanza. La cita de Gandhi se repetía por doquier: "No hay un camino a la paz, la paz es el camino". A Thoreau, encarcelado por negarse a pagar unos impuestos que apuntalaban la esclavitud, su mejor amigo le preguntó: "¿Cómo es posible que estés en la cárcel". A lo que él simplemente contestó: "¿Cómo lo es que no estés tú?". Era la anécdota definitiva.
No se trataba sólo de ser justos en la lucha, se trataba de luchar por algo que era eminentemente justo. La abolición de los ejércitos, la concordia universal, la educación por la paz, el desarme... todo era posible y todo había que intentarlo.
De alguna manera, el movimiento murió de éxito. Con la mili obligatoria se extinguió también el móvil aglutinante fundamental. Los insumisos fueron olvidados. Hoy están entre nosotros: pueden ser el carnicero, el bibliotecario o el conductor del autobús, pero lo ignoramos. No recibieron jamás ni una medalla, ni una condecoración, ni un reconocimiento, nada. Gracias a ellos, miles y miles de conciudadanos no desperdiciamos nueve meses de nuestras vidas, pero nadie les ha dicho nunca algo parecido a "gracias". Ni Pepe Beunza, ni el MOC, ni nada ni nadie han sido candidatos a reconocimiento institucional alguno. Ni una nota a pie de página, sólo silencio. Con todo, el movimiento antimilitarista sigue activo, por supuesto. Tecleen en Google "objeción fiscal"... razones y motivos, por desgracia, no faltan.
¿Y el ejército? La experiencia le hizo aprender muchísimo. Inició una campaña de desinformación digna de Orwell: basta decir que la idea-fuerza es la paz. "Misiones de paz", "ejército humanitario", etcétera. Todo muy bonito y todo mentira: la cruda verdad es que tan sólo el 1% de su presupuesto se dedica a ese tipo de misiones internacionales.
Y se trata siempre de misiones en las que España tiene algún interés político obvio. Y abundan las denuncias de brutalidad, de ineficacia o de cosas peores. Y, si de ayudar se trata, las ONG lo hacen mejor y salen más baratas. Siete veces más baratas, exactamente. Y más allá de eso, ¿qué clase de empresa anuncia tan sólo el 1% de su actividad? La maniobra es tan exitosa que incluso se les ha permitido sacar a niños de las escuelas para llevarlos de excursión a los cuarteles. ¿Educación para la paz? No: el mundo al revés.
Si el movimiento antimilitarista no fue más allá a pesar de todo el potencial que encierra se debió probablemente a una carencia de diagnóstico, de visión global. Una lacra que caracteriza nuestra época: nadie sabe hoy en qué creer. Pero ¿por qué los barrios ricos necesitan muros, cámaras y seguridad privada, y por tanto han de invertir en ello buena parte de su presupuesto? Porque si son ricos es que hay otros que son pobres.
Pongan "países" donde digo "barrios" y "ejércitos" donde digo "seguridad privada" y tendrán una fotografía bastante aproximada del concierto mundial de las naciones. Un concierto difícil de cambiar, si no imposible. Aunque quizás, en alguna parte, alguien no lo sepa y haya empezado ya a intentar lo inaudito. Nunca se sabe cuándo prende la chispa de lo imposible.
Jorge Urdánoz Ganuza, doctor en filosofía, es visiting scholar en la Universidad de Nueva York.